
Aún no le he visto muy bien la cara porque está tan cerca y tengo que girar tanto los ojos, pero sí sus manos. Es bastante mona, lo digo por la ropa y por el pelo, que algo se intuye, pero sus manos no concuerdan mucho con su estilo, ni uñas pintadas, ni largas, ni anillos. Limpias, bonitas. Muerde el bolígrafo un poco, se rasca la cabeza, se toca la nuca. Consulta un par de veces el Código, sigue echada hacia atrás y veo un collar de bolas de colores.
Me levanto y cuando vuelvo minuto veinte después ya ha cogido el periódico. Tengo algo en el estómago que me sube cuando mira la extensa hoja izquierda y paro de escribir no vaya a. En el lomo de la carpeta tiene un pequeño búho que mira serio y está a punto de escaparse, pero no voy a ser mala y me voy a callar. Tengo un poco de hambre y ella lee tranquila, cómo pasa las hojas, una, ahora otra, otra más, desde la esquinita y con lentitud y el ruidito del periódico y ahora que se toca una oreja. Ya es tarde pero me acabo de fijar en su estuche que es una mariquita gigante donde guarda bolígrafos y subrayadores de colores, imagino. Y ahora ya se cansó y dobló el periódico en dos horizontal, metió su mariquita en el bolso para que no eche a volar, y ésto justo cuando yo me iba. Tuve que hacer que leía o pensaba un rato más porque sino vaya casualidad y tampoco era cuestión.
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