Me dijeron que este viernes estuviste esperándome en la misma silla de siempre. Me he sentido mal. No sabía que me esperarías después de, pero si lo llego a saber... tú ya imaginas que la hora del café llegaría mucho antes. ¿Qué tal en Barcelona?, ¿qué tal en Bélgica?, ¿qué te han dicho, enfermita?
Espero que sigas saliendo con la hermana de Teresa. Ella sí que es una amiga de verdad, ¿verdad? Te cuida un montón, todo el mundo lo sabe, es una amiga (y una hermana) execelente. Siempre quise ser su hermana, pero no sé por qué me tocó la que me tenía que tocar. Sin previo aviso y aposta. Mi hermana da fe de ello - Eres todo molestias y a ver cuándo sacas el carnet -.

Nos hemos dicho muchas cosas a la cara, Guillermo. Espero no haberte hecho daño. Luego han venido recuerdos de mi perro muerto, y su padre. Aún recuerdo aquélla semana con mi madre intentando explicarme quién se había muerto sin querer. Tus ojos lo decían todo, Guillermo. Quiere leer algo mío y creo que intenta seguirme las pistas por Internet, lo imagino escribiendo palabras y frases en el google, sin encontrar nada, o quizá desnudándome sin querer. Ups, perdona – y desvía sus ojos hacia el suelo -. No quiero que me descubra, no por ahora.
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