jueves, 31 de julio de 2008

Cuando Arakuine lloró, le hicieron una canción. A mi perro se la compondré yo.


A mi perro rubio le duele el corazón. No come, no camina, no ladra. Se ha quedado sin voz. Son síntomas todos ellos de un mismo mal. Me lo ha confesado en bajito y con los ojos rojos de tanto llorar. He tratado de consolarlo lo mejor que he podido, pero un corazón roto no conoce consuelo que lo repare. Le he dicho, también entre susurros, que era el perro más guapo de la ciudad, que yo lo seguiría queriendo siempre. Era como ponerle una tirita en alguno de los pedazos.