martes, 8 de mayo de 2007

No me des unas tijeras amarillas ni una bolsa azul...

Me gusta como conduce mi padre. La velocidad, el viento, el silencio. No es de muchas palabras, dice lo justo y preciso. Hacemos los viajes del viernes con diálogos de dos minutos al comienzo y dos al final. El resto lo pasamos comunicándonos a nuestra manera, con los pensamientos: Papá, dejo la carrera... Soy una mentirosa. Él me ha dicho que se acostó con mi tía, una sóla vez, cuando eran jóvenes... También él miente cuando quiere. Ayer me sentí orgullosa de caminar a su lado. Es muy guapo, siempre lo he dicho. Además, ha ganado con los años, el pelo blanco acentúa su moreno y lo hace más interesante con las camisas que resaltan sus ojos. Las gafas y sus oyuelos también le dan su encanto y las chicas lo miran con los ojos abiertos. Y la boca.
Ya no sé llorar sin conjuntivitis, las lágrimas no me salen, se han quedado atrapadas en alguna canción y quizá también en alguna fotografía.