jueves, 19 de octubre de 2006

Divagaciones

Vaya coincidencia! Llevo días pensando en la probabilidad que hay de que me toque dos veces el mismo ordenador en el aula de informática de la biblioteca. Que no es la típica biblioteca que uno se imagina fría, con poca luz, paredes grises, grande y con sólo un ocupante por mesa. Es una biblioteca un tanto odiosa, pero también tiene sus cosas buenas; entre ellas cabe destacar los descansos sin moverte del sitio, observando, pero ojo, no criticando.

Y a lo que iba, me ha tocado en el mismo ordenador, aunque ya no lo recuerde, pero sé que es el mismo porque tenía la página de blogspot.com guardada y porque al introducir la ch de chirifi (que es mi nombre de usuario, aunque firme como Mo Cuishle) lo tenía gravado, estaba esperándome. Sí, sé que lo estaba haciendo porque ya van varias ocasiones que entro y me voy sin contarle nada y hoy tocaba...

Hoy llueve, llueve mucho. Más que otros días o eso me parece, tampoco estoy de muy buen hunmor, pero algo mejor que ayer a partir de las nueve y media estoy.

Para mí, el paraguas es un invento temporal, que no temporal de meteorológico; no depende de la estación en la que nos encontremos ni tampoco de si los ángeles lloran o mean, no. Me refiero a que el paraguas es un invento provisional, es imposible que sea un invento acabado. En algún lugar del mundo o del universo hay una serie de investigadores que están en estos precisos momentos, a las 17.56 en Santiago de Compostela, a otras horas en otros sitios, desarrollando lo que en un futuro suplirá el dichoso paraguas. Pero no digo dichoso porque sea alegre, ni mucho menos. Digo dichoso porque estoy harta. Nunca me han gustado y creo que nunca lo harán. Estas dos últimas semanas pensé que mis gustos se habían modificado, luego me di cuenta que no. Que es como una comida que hace tiempo que no pruebas y que pides que te la hagan (o la haces tu) y que, de repente, aparece con bastante frecuencia en tu plato y descubres que no te gusta, pensabas que si porque hacía tiempo que no la saboreabas, nada más. Eso es lo que me pasó a mi con el paraguas. Paraguas negro, prestado, pero que, por usucapión, ya tomé como mio.
Es negro, repito. Lo hago porque, por aquí, en Santiago, las chicas, mujeres, niñas, abuelas... no lo llevan de este color y últimamente me crucé con mucha gente que me miraba mal, sea por el paragüas o por mi cara, aunque prefiero que fuera por el paraguas.

Y ahora me voy a pasar apuntes de penal, mirar los artículos citados en las clases que falté de Civil y leer los de Penal, porque me llama más la atención, como al 70% de los estudiantes de derecho que, ingenuamente, los que quieren ser abogados piensan serlo solamente de lo penal y, aunque parezca mentira en los tiempos de hoy, un abogado no come sólo de lo penal.