sábado, 21 de octubre de 2006

El agujero

En el cine recordé sus besos del metro, diferentes a cualquier otro anterior o posterior. Acudieron al rescate del aburrimiento y, de nuevo, los sentí.
La sensación en el estómago volvía, la piel se excitaba y los pelos de la nuca se me erizaban.
Recorrías mi cuello delante de la gente, que en aquel momento no nos importaba. Volvía a ver tu pelo negro y tus ojos marrones, cuando no los mantenías cerrados, que sólo me prestaban atención a mí, a mí... a mí.