lunes, 20 de octubre de 2008

Una vez que el corazón dejó de latirle como un perro rabioso

Siento la agresividad del post anterior y me entran ganas de eliminarlo. Pero sería algo parecido a engañarme a mí misma, por eso no lo hago. Creo que ese día me sentía como un perro rabioso, con pulgas de las que pican muchas veces hasta que cambias las sábanas. Sin embargo, ayer noche parecía un cordero bebé con los ojos llenos de agua y brillantes. Un bebé cordero perdido de su rebaño, un bebé cordero asustado. Es gracioso ahora que lo pienso, pero no tanto para mi compañero de piso, que está un poco cansado de hacer de pastor y tener que salir a buscarme y traerme de vuelta. La verdad es que tener a un cordero bebé en casa son todo desventajas.