Su rubia melena apareció tras la cortina, justo encima de sus andares. Todo en su sitio, menos mi respiración, que a saber dónde se había metido. Que nos parta un rayo. A mí y a todos. En el momento de su aparición, suspiros de sorpresa de esos que se meten pulmones abajo y lo llenan todo. No sé si me explico.
Eran unos autómatas provistos de guitarra y teclados. Fue profundo e intimista; un teatro lleno en silencio, con las ganas a flor de piel, a flor de garganta. Sha la lalalalá que permanece en mis oídos con toda su lentitud, dejándolo resbalar con suavidad tras aquellos labios rojos. Y floreció su baile de brazos extasiados, de contoneo estático. Con las rodillas esqueléticas y blancas, cubiertas por medias negras. Y por último su reaparición. Tan rubia, tan alta, tan guapa, qué mareo.
lunes, 31 de marzo de 2008
Del diplomático de Nacho no hablo, pero tocó. En su línea.
Escrito por
Mia
a las
lunes, marzo 31, 2008
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