miércoles, 19 de diciembre de 2007

Ius in bello

Y pensar en unos pasos más tempranos y esa chica preguntándome la hora y aquel Cary Grant pidiéndome fuego en el 54. El monólogo interior caminando solo, sintiendo el frío en la cara, el viento en el pelo y al revés. La facultad de filología tan vacía por fuera, sin tabaco ni charlas, sin erasmus de pelo brillante mirando el cielo. Pola París.


Sabor a sangre, más intenso cada vez: mañana, mediodía, noche, mañanamediodíanoche y la sangre en mi boca y los dientes temblando. Confianza todavía insuficiente para pedir un perdón, una caricia y un ojos con ojos cara a cara. La lengua que crece sola, necesitando un espacio no concedido, se dobla dos veces, choca con dientes sollozantes y paladar seco. Las manos enamoradas se cortan sin ayuda, un harakiri de tejidos, unos cortes profundos y otros superficiales y rosados, aman mucho y no son correspondidas. El pelo se me queja de largo y sus rizos se asustan cuando cocino. Tranquilos, les susurro, os quiero. Ojos que lloran solos; el frío, que trae tantos recuerdos inconfesables. Sólamente los puedo llevar de paseo; mirad, el parque Bonaval, a que es bonito… Es pre ci ooo so. Y lloran de nuevo y se juntan las lágrimas y caen orondas al cuello. Las niñas me miran desconsoladas, los mayores ofendidos. Son ojos autónomos, les digo con las cejas, y mis manos los aman tanto… Propiedades curativas de ave fénix. Nariz minimalista nacida de garbanzo y padre bolchevique, un lunar nuevo por Navidad.


Des
haz,
pum!