martes, 22 de mayo de 2007

Hold on to someone




Sofía me espera en Barcelona, aunque no ahora, ni físicamente. También sabe que yo la espero; de hecho, si abres su cabeza por encima de las cejas y miras dentro, podrás ver en uno de esos pasillos estrechos y serpenteantes del cerebro, una imagen. Es la balaustrada del Park Güell, que está vacía porque llueve. Bueno, lo de vacía es un decir, porque Sofía la llena. No está sentada en el medio, nunca calcula bien las distancias y no es nada egocéntrica, por eso creo que en el fondo está un poco incómoda, aunque se esté riendo, pero es que ella nunca fue de posar. A diez metros de ella, yo con (mi) la cámara de mi madre.
El paraguas abierto, a mucha distancia de su cabeza, lo sostiene con la mano que todavía conserva el guante. La derecha está desnuda a la intemperie y el guante correspondiente, en el bolsillo derecho de (su) mi abrigo usurpado. Dice que cada guante está hecho para una mano y desde el primer momento en que eliges qué mano, no se pueden cambiar (¿o acaso tú pones una teta en la cavidad equivocada del sostén?). Es muy espontánea.
¿Por qué no llevas guantes? Porque las fotógrafas nunca se los ponen. Pero tú no eres fotógrafa, eres una estudiante de derecho frustrada, con una cámara demasiado grande. Y a continuación grita ¡¡AAahhh!!, mientras su estómago se encoge. Por eso tampoco llevo guantes.
Se tatúa frases en el cuerpo para que yo las descubra. Si las encuentro, un punto; si además la entiendo, dos. Las perdidas le suman 3 a ella. Las borradas 5 puntos a las dos.
La última frase era una pregunta corta, pero ninguna subió su marcador...
Las comedias románticas están hechas para los solos y los solos nunca tienen pareja. ¿Acaso yo la tengo? Tú no eres una sola, tú te haces la sola. Sí, te quiero.