domingo, 22 de abril de 2007

Es lo último que escribo, el título. No tengo buenas ideas.

Bajo, a ver si la encuentro. Es bonito poder decirlo, aunque no la encuentres. Es un pueblo pequeño en vías de expansión. Rápida expansión. Hay cajeros por todas partes. Y chinos.
Por casualidades de la vida, ella camina en sentido contrario, por la acera opuesta y piensas mientras la miras si le has hecho daño, si se ha enterado, si sabe que fuiste tú.
Tienes sueño. Una señora te adelanta. Sabes quién es, donde vive, quien es su hijo, donde trabaja y adonde se dirige. Conoces su lado artificial. Que pueblo más pequeño.
Luego te lo encuentras. A él, rodeado. Y te imaginas, te imaginas cómo será el lunes. Lunes al primer café, al primer cruce en la sala de colegas. ¿A que no sabes a quién vi el viernes...
Así, sin interrogación final. Final abierto. La quisiste ver a ella también, pero detesta los pueblos. Quizá se haya mudado, otra vez, a una ciudad más insensible.