viernes, 20 de abril de 2007

Bohemia era la palabra que no me salía

Un paseo no suele ser rápido, pero quería llegar cuanto antes, tenía muchas cosas en la cabeza. No me gustan los paseos marítimos, te marcan el camino, te encuentras a mucha gente. Gente que te mira y te sigue con la mirada, con la cabeza. Mi destino lo había fijado el viernes pasado, pero ni siquiera llegué. Me quedé a mitad de camino.




Cuántas cosas pueden suceder en tan sólo dos años... No se ha acordado de mi nombre. Laura, me llamaba. No, esa es mi hermana, le he dicho más tarde. El nombre no era un problema, hay algo más profundo que una manera de designar algo, es lo que emanas. Si fuese mi hermana quizá ni se hubiese parado. Hay personas que pueden influir en tu vida, él fue una de ellas. Podría haber mantenido una charla de horas y cafés con él, me habría gustado decirle que escucho a David Bowie, que conozco a Van Morrison, que me gusta Tarantino... Tonterías, pero... pero nada. Decirle que he crecido, que mi vista abarca más, lo que me había pasado desde que no tengo relación con él, compartir mis temores, mis cambios, mis preocupaciones, mis ilusiones... y él podría escucharme, estoy convencida y, por supuesto, darme buenos consejos.
Ni siquiera le he preguntado por ella, por su segundo hijo, por sus perros.. se me olvidó, me quedé blanca. Un saludo muy torpe por mi parte, pese que había salido de casa con esa sensación: hoy los voy a ver. Surgió como un completo imprevisto, como si no hubiese contemplado esa posibilidad, como si no hubiera repasado mi reacción mil veces en mi cabeza, falso.
Podría volver, podría haberme quedado, podría incluso habérmelo llevado... o seguir conmigo misma, mi propio camino. No mires atrás, es muy pronto. Ábrete. Cuéntalo todo. Rasga el papel. Píntalo. Hoy, azul.

El corazón me ha caído unos centímetros, golpea fuerte, en medio. El bueno y el feo. Blanco y negro hacen cua-cua. Se han venido hacia mí o yo hacia ellos, no lo recuerdo. Podría sacar fotos increíbles y fijarlas más allá de mis retinas para poder recordar, reflexionar... como este escrito.

Aquella profesora me ha transmitido, pese no conocerla de nada. Ni se presentó, no hizo falta. Subió sus gafas de sol transparentes, se las sacó y me miró. ¿Qué es lo que vi en sus ojos? Creo que hizo un juego de palabras, una bromilla, no la recuerdo. Sonreí. ¿Qué vi?

¿Paso otra vez? ¿Busco a mi perro como excusa? No me da el tiempo, porque ese tiempo pasó hace dos años. Bien. Santiago. Derecho. Sácale la T.

Me pregunto cuál es el macho. Siempre tendemos a relacionar lo fuere, lo más grande, incluso lo más oscuro con lo masculino. Lo suave, lo dulce, lo más claro, pequeño... es lo femenino. El liderazgo es algo que se suele atribuir a lo masculino. Pero es el negro el que persigue. Me pregunto si hay macho.

Se escuchan raquetazos sordos y algún insulto que ensucia el silencio, el ambiente. Tengo ganas de volver a un acuario, me acabo de dar cuenta. Se lo voy a proponer a mi madre para el puente. O a ellos. Quiero ir a un aquarium, chicos, ¿vamos?. Me imagino la cara que pondrían. Me falta un tornillo.