viernes, 19 de enero de 2007

the Happening


Estaba pensando sobreviviendo con mi sister en New Jersey, ella me dijo que era una vida buena allá, bien rica, bien chévere. ¡Y voy! ¡Puñeta!
Así que en eso estaba yo, pensando en mi nueva adquisición, Bossanova, cuando me asaltó la duda de los discos de segunda mano: ¿Quién es capaz de desprenderse de un disco? Más aún teniendo en cuenta que está en una tienda, no es que se lo hayas dado-regalado a un novio, a un amigo, a un ex... Está en una tienda, rodeado de decenas de discos como él, que descubrieron primero el amor de su propietario y por último su desamor e incluso su odio, condenados a un escaparate o a una estantería en la que será tocado por muchos y manoseado por más, hasta que encuentren a un rescatador -que no tiene por qué ser de Cangurolandia- y sus dulces manos lo lleven hacia el mostrador y, tras unos minutos en una bolsa, lo saque para enamorarse de nuevo, los dos, rescatador y rescatado, y descansar por fin no ya entre discos impersonales que inspiran temor y tristeza, sino entre discos amados y amantes.
Por eso Bossanova se quedará aquí, a mi lado. Para siempre.