martes, 16 de octubre de 2007

No me abandones con tu paracaídas, decía una canción en otra lengua...


Sus dientes son blancos, blancos, blancos; sin comparación. Ella morena sólo una vez. Y ni la miraba: qué miedo, qué temblor. Las conversaciones prácticas no pueden ser de uno. Dijo mi nombre y saltó de fila. Una A de lata.