lunes, 17 de septiembre de 2007

A veces los disfraces te dan alas, otras te las quitan


La terraza vacía, sin aquella chica enrollada en sábanas blancas fumándose un último cigarro antes de saltar. Sin rimel corrido que ensuciase su cara, con una sonrisa blanca allá abajo, feliz de nuevo.

Aquella escena me la inventé uno de esos días de Junio, mientras estudiaba las nubes... o las estrellas, no lo recuerdo muy bien. Finalmente rechacé su salvación; no era creíble que de un salto aterrizara en su balcón ni que le robara un abrazo mientras mis lágrimas se disculpaban por olvidarme el traje.