viernes, 28 de septiembre de 2007

mitad hombre y mitad ángel


El vicio de tostada con café me invade más de lo oportuno. Otra cosa más que te hace mayor, el café. Nunca conduciré un tractor, seguro que te suma bastantes arrugas.
Sergio no tiene ninguna, me recuerda a Mickey Mouse si cierro fuerte los ojos. He decidido escribir un poco sobre él porque me parece el más misterioso. Te puede hablar de camiones y de piedra portuguesa como de pozos y leyes. En el colegio sacaba buenas notas, pero no tenía ningún familiar político que lo enchufara, por eso no acabó el bachiller y ni siquiera pensó en hacer una carrera, o más bien, pensaron por él. Se levantaba muy temprano e iba a picar piedra con su padre, después, a correr, al colegio. Comía y a las tres tenía que continuar el trabajo que había dejado por ir a clase. Al volver a casa, a eso de las nueve, hacía los deberes.
Sacaba buenas notas. Ahora no tiene que hacerlo, sólo trabajar duro día a día. No habla mucho, por eso, cuando llega a casa le duelen las mandíbulas y se le agarrotan las manos cuando se duerme. Sus preguntas favoritas son aquellas sin respuesta y siente curiosidad por las lentillas.