Con las uñas rojas desgastadas de tanto fumar y el pelo siempre rizado para despistar. Juega con sus piés a descalzarse debajo de la mesa. Por arriba calma, por abajo intranquilidad, como una buena estrella de pop encubierto, ¿dónde habrá dejado su guitarra?
Punto álgido: 3.27''
Los originales suelen ser mejores.
sábado, 30 de junio de 2007
Christina memoriza artículos mirándome a los ojos
Escrito por
Mia
a las
sábado, junio 30, 2007
|
lunes, 18 de junio de 2007
49 felicidades
Cuando era pequeña admiraba a una chica: lo típico, tenía unos años más que yo y era mi ideal de chica mayor. Era muy guapa y tenía esa mirada... Un día le pregunté por qué tenía verrugas en las manos: "Todas las noches cuento las estrellas con los dedos y al hacerles cosquillas se suben y juguetean con mis manos, dejando su rastro".
Y yo... me pasé muchas noches mirando por la ventana: 1, 2, 3...
-No sabes buscar bien las cosquillas, mamá
Escrito por
Mia
a las
lunes, junio 18, 2007
|
sábado, 2 de junio de 2007
Duerme enfrente de mi puerta entreabierta, por favor
Cuando me canso, acerca su boca a mi cuerpo, incitándome, aunque sea por pura monotonía, a seguir su deseo: quiero que me acaricies más, y más, y más, y más... y si no, lloro. Por eso sigo acariciando... entre otras cosas.
Sabe lo mucho que el verbo querer significa para mí, para ambos, y se aprovecha de ello. Lo sabemos, aunque haga que no se entera. Cuando pone morritos me deshago en agua, arena, sal y espuma, según la hora o todo a la vez. También le saca partido a ésta debilidad.
Al final me he tenido que hacer la dura: me voy; no más. Se ha ido antes que yo, como siempre que intento que el abandono corroa su poco estómago, en lugar del mío, tan acostumbrado a encajar.
Sin intentar cerrarla, me dejé otra puerta abierta y se coló. Con voz dura le he tenido que echar: ¡FUERA!
Justo antes de cerrar su encuentro, se giró, me miró y se vengó escondiendo un mechón de su cabellera dorada que inundará mis entrañas hasta el próximo encuentro.
Sabe lo mucho que el verbo querer significa para mí, para ambos, y se aprovecha de ello. Lo sabemos, aunque haga que no se entera. Cuando pone morritos me deshago en agua, arena, sal y espuma, según la hora o todo a la vez. También le saca partido a ésta debilidad.
Al final me he tenido que hacer la dura: me voy; no más. Se ha ido antes que yo, como siempre que intento que el abandono corroa su poco estómago, en lugar del mío, tan acostumbrado a encajar.
Sin intentar cerrarla, me dejé otra puerta abierta y se coló. Con voz dura le he tenido que echar: ¡FUERA!
Justo antes de cerrar su encuentro, se giró, me miró y se vengó escondiendo un mechón de su cabellera dorada que inundará mis entrañas hasta el próximo encuentro.
Escrito por
Mia
a las
sábado, junio 02, 2007
|
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)